La Audiencia Provincial de Vizcaya ha archivado la causa abierta contra los propietarios de una plantación de marihuana, miembros de la Asociación de usuarios de cannabis -Pannagh-, que fueron detenidos en octubre del año pasado durante una operación contra el tráfico de drogas. El auto judicial reconoce que el objetivo de aquel cultivo era abastecer a los miembros de la asociación, algunos de ellos enfermos crónicos, y no su venta en el mercado negro. Ahora, Pannagh quiere que se le devuelvan los 17 kilos de marihuana que le fueron requisados en una actuación «desproporcionada» y «chapucera».
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| ALIVIO. Martín Barriuso, antes de su comparecencia. / L. A. GÓMEZ | 
La intervención  policial arrancó cuando tres de los arrestados, entre los que se  encontraba el presidente de Pannagh, Martín Barriuso, fueron  sorprendidos por la Policía Municipal de Bilbao en un caserío de  Iurreta, donde manipulaban las hojas de su plantación. Agentes antidroga  pusieron a los detenidos a disposición judicial, junto al dueño del  terreno, siendo liberados posteriormente con cargos.
Los jueces  han reconocido probado que aquel hachís, 17 kilos  una vez secado, no  tenía como fin su distribución ilegal sino su reparto entre un colectivo  «cerrado» que cuenta con unos 70 socios, de los que más de la mitad  utiliza el cannabis con fines terapéuticos. El auto no ve indicio de  delito en la actividad de Pannagh y certifica que el cultivo de  marihuana cumple los requisitos  exigidos por el Tribunal Supremo para  considerarse «consumo compartido» de una asociación «legalmente  constituida» y sin «fines comerciales».
Volver a la ilegalidad
Un  explícito Martín Barriuso se confesó ayer «jodido pero contento» con la  resolución. El presidente de Pannagh mostró su «decepción y sorpresa»  por la actitud de la Dirección de Drogodependencias del Gobierno vasco,  cuya máxima responsable, Belén Bilbao, conocía las actividades de la  asociación y «sin embargo, ha guardado absoluto silencio».
En su  opinión, la incautación judicial de la plantación ha significado un  exceso de celo de jueces y Policía. Perder la cosecha que les iba a  abastecer durante un año ha supuesto un daño «grave» para una agrupación  en la que los asociados costean los gastos del cultivo y que ha  obligado a «racionar» las reservas entre los enfermos. El resto de  socios hace tiempo que debieron volver a la ilegalidad para hacerse con  cannabis. «Todo esto sólo ha servido para que tengamos que volver al  mercado negro» aclaró Barriuso.
Pero también ha servido para algo  más. El sobreseimiento del  caso es un precedente que las asociaciones  pro cannabis españolas  van a utilizar para exigir que la legislación  precise cuánta marihuana se puede cultivar para consumo en grupos  cerrados. Además, en noviembre se presentará en el Parlamento Europeo el  'Cannabis Social Club', un proyecto amparado por 98 asociaciones.