Juan Manuel Santos dio un paso que los presidentes colombianos habían estado en mora de dar: ponerse al frente del debate global sobre las drogas. Sus declaraciones al Observer de Londres han acaparado la atención, nacional e internacional. Con buenas razones. Reorientar la política de drogas con efectividad es una tarea difícil, que exige mayor claridad de objetivos. Y mayores esfuerzos para elaborar una estrategia capaz de persuadir a la opinión mundial y sus líderes políticos.