El proyecto de acto legislativo sobre la legalización de la dosis personal, que acaba de pasar Alba Lucía Pinilla, está muy bien, a grandes rasgos. Su argumento se basa en el libre desarrollo de la personalidad que garantiza la Constitución y busca que se haga énfasis en la rehabilitación y no en la punición, pues el consumo es, cuando más, autodestructivo y no afecta a terceros. Incluso reconoce lo dañina e infructuosa que ha sido la guerra contra las drogas, y hasta ahí parece justo, sensato y necesario, salvo por un pequeño detalle que puede llegar a ser peligrosísimo.