Drogas a la mexicana: nada desde la política
Mientras las turbulentas aguas de la política electoral mexicana se revuelven cada vez más; mientras los candidatos se llenan de acusaciones escandalosas y lanzan propuestas populistas desde la izquierda y la derecha; mientras nos inunda un verdadero tsunami de publicidad legal - e ilegal - por parte de todos los contendientes, la política de drogas para el siguiente periodo de gobierno, en México, sigue siendo un misterio para los votantes de la elección federal del 1 de julio.
Pero ante las respuestas evasivas de los candidatos presidenciales, cuando no ante su silencio, también es posible recurrir a las plataformas electorales de los partidos que apoyan a los candidatos, formuladas expresamente para ofrecer a los votantes conceptos y políticas detalladas de su propuesta de gobierno.
Idea ingenua. Después de revisarlas y constatar la ausencia casi absoluta de referencias al tema drogas, en todas las plataformas, es preciso concluir que lo importante no es lo que dicen, sino lo que callan.
En resumen:
El PRI, el más probable ganador de la contienda, aborda con su particular uso del lenguaje, en tres ocasiones la materia:
-
Afirma que “reducirá los factores de riesgo que conducen a la drogadicción”
-
Garantiza que “ampliará sustantivamente las políticas públicas de combate a las adicciones, con un doble objetivo: prevenir el incremento del consumo de drogas y reducir la venta de drogas al menudeo”
-
Y finalmente promete “Crear órganos de procuración de justicia y de policía especializados en la lucha contra el consumo y tráfico de drogas”, la única formulación más o menos concreta, y que resulta en consecuencia preocupante: se trata, muy probablemente, de un guiño a la cada vez menos velada intención de los EEUU para imponer “Tribunales de drogas” en la región como la “tercera vía” para el futuro de control de drogas en la región... y el mundo.
El PAN, partido conservador en el gobierno, en cambio, después de insistir en que no negociará con el crimen organizado, se limita a señalar que hará cumplir con sus obligaciones a los gobiernos locales para instrumentar programas de rehabilitación, en una clara alusión a la desarticulación en la materia que ha experimentado la política federal en los últimos años, en la que al intentar construir una estructura paralela de atención y tratamiento para adicciones, se encontró con la resistencia de estados y localidades para asumir nuevas responsabilidades en la materia.
Y finalmente, el PRD, que tímida, si no es que sigilosamente, menciona que “evaluará” las posibilidades de un cambio en el asunto, que “coordinará” en todo caso el mismo con otras naciones en la región, y que “considerará” las opciones que plantea el uso del “tetrahidrocannabinol”, en un evidente y muy cobarde intento de evitar la palabra marihuana.
Como se puede observar, la política y los políticos en México tienen terror para hablar de un tema que o bien desconocen por completo, o sólo entienden y utilizan cuando se le vincula al crimen organizado o a cualquier otra actividad delictiva; o bien acatarán sin mayor objeción una política impuesta por los Estados Unidos.
Pero algo es seguro: no nos lo dirán sino hasta encontrarse en el poder.
Jorge Hernández Tinajero es presidente del Colectivo por una Política Integral hacia las Drogas (CuPIhD).