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Colombia: polémica por uso de glifosato en cultivos de coca

Nicolas Martin
6 de marzo de 2020

El presidente de EE. UU., Donald Trump, presiona a Colombia frente al alza en la producción de cocaína. Los agricultores deberán volver a rociar sus campos con glifosato, lo que revive un capítulo oscuro en el país.

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Flugzeug das in Kolumbien Gylphosat auf Koka-Felder sprüht
Imagen: picture-alliance/AP/L. Robayo

Desde finales del año pasado, nueve aviones apaga incendios AT-802 se desplegaron por todo el país. Pedro Arenas teme que vuelvan a volar: "Asumo que podría ser en los próximos meses." El objetivo de los aviones no es extinguir los incendios, sino eliminar un problema que ha estado causando derramamiento de sangre en Colombia durante décadas: la cocaína. Los aviones están llenos del controvertido herbicida glifosato, del que se disponen 800 barriles, según los medios colombianos.

Pedro Arenas lucha por los derechos de la gente en las zonas remotas de Colombia en coordinación con varias ONG para este fin. Anteriormente, él fue diputado en Bogotá y alcalde de su ciudad natal, San José de Guaviare. La ciudad está situada en las estribaciones de la Cordillera Oriental de los Andes colombianos. En partes de esta región el Estado brilla por su ausencia, allí apenas hay carreteras y se encuentran varias hectáreas de plantas de coca. Lo último que Arenas quiere para la región es el regreso de los aviones fumigadores de glofosato. 

Sin medios de subsistencia

Arenas tenía 23 años cuando comenzó la primera ofensiva con glifosato, en 1994. Plátanos, yuca, maíz y muchos otros cultivos importantes fueron destruidos en esos tiempos. "Algunos de mis familaires tuvieron que dejar su propiedad porque ya no había forma de vivir allí", explica Arenas. Además, hubo un sorprendente número de enfermos, pero nadie documentó esto seriamente.

En Europa, el glifosato ha desencadenado un debate sobre el futuro de la agricultura, mientras que en EE. UU. hay actualmente casi 50 mil demandas pendientes contra la filial de Bayer, Monsanto. Para Arenas, el símbolo del herbicida es usado como una despiadada guerra contra las drogas.

En 2015, en Colombia hubo un cambio de rumbo. El Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer de la OMS clasificó el herbicida como "probablemente cancerígeno". El Estado colombiano reaccionó y detuvo las fumigaciones aéreas.

Un año después, en el Acuerdo de Paz entre las FARC y el Gobierno, se acordó un nuevo enfoque para el cultivo de la coca: menos confrontación, más cooperación. Los campesinos deben arrancar las plantas de coca ellos mismos. Los que tenían acceso a los mercados locales podían participar en los programas de sustitución de la coca.

Hombre trabajando con la planta de Coca, en Colombia.
Para muchos agricultores, el cultivo de coca sigue siendo un importante método de subsistencia.Imagen: Getty Images/AFP/L. Robayo

El cultivo de coca a nivel récord

Sin embargo, la parte cooperativa no ha funcionado muy bien hasta ahora. "Colombia registra la mayor cantidad de cultivos desde que empezamos a medir", declaró Pierre Lapaque, comisionado de la ONU para Colombia en la lucha contra las drogas. Aunque la superficie ha disminuido un poco, la producción de cocaína ha aumentado.

Esto también se puede ver en Europa. Las autoridades hablan de que nunca antes se había incautado tanta cocaína. La verdadera lucha por cada gramo no se lleva a cabo en Nueva York, Berlín o París, sino en las áreas remotas de Colombia, donde el crimen organizado está marcando la pauta.

Pero el presidente conservador, Ivan Duque, ejecuta una política de oposición al Acuerdo de Paz. Tal vez, esta sea una de las razones por las que el Estado no ha entrado a los lugares realmente remotos. Arenas considera que ahí es donde la coca se cultiva mucho más que antes.

Además, el programa colombiano para la sustición del cultivo de coca está en crisis, según Elizabeth Dickinson, de la organización Crisis Group, en respuesta a DW. La experta afirmó que la autoridad responsable no dispone de fondos suficientes y que está pagando tarde las compensaciones de los agricultores por el exterminio de las plantas. "Esto hace que los agricultores sean muy vulnerables a las estructuras de las que realmente quieren escapar", dijo Dickinson.

Präsident Trump Präsident Marquez
El presidente Colombiano, Iván Duque, frente a su par estadounidense, Donald Trump. Imagen: picture-alliance/Zuma/J. N. Boghosian

Un socio potente de EE. UU.

Es sólo cuestión de tiempo para que Duque envíe los aviones fumigadores de vuelta. "El Gobierno quiere con eso reducir los números de la coca", declaró Dickinson. Está siendo presionado por la Casa Blanca. "Tendrás que fumigar. Si no lo haces, no podrás controlarla (la coca)", dijo Trump esta semana cuando el presidente de Colombia visitó la Casa Blanca.

"Estados Unidos es uno de los mayores financiadores y los dos países colaboran estrechamente en el ámbito militar. Bogotá no puede permitirse perder el apoyo de Washington", agregó Elizabeth Dickinsonp. Sin pasar por el alto que Estados Unidos es el mayor consumidor de cocaína del mundo. 

"Buenos cifras para Trump"

Pedro Arenas ve un cálculo político detrás del posible uso del glifosato: "Así, nuestro presidente le puede presentar a Trump buenas cifras", subrayó. En 1990, la ofensiva de fumigación redujo también la superficie cultivada por un corto plazo. Ahora, unos años más tarde, volvió a un nivel récord. "Tememos que las fumigaciones exacerben los conflictos sociales existentes", complementó Elizabeth Dickinson.

Si se reanudan las fumigaciones, "la gente de las comunidades remotas perderá completamente la fe en las instituciones y en el Acuerdo de Paz", dijo Pedro Arenas.

Pero todavía tienen un aliado poderoso. La Corte Constitucional colombiana, en particular, ha impuesto estrictas normas al presidente para el uso del glifosato. De acuerdo con esto, los municipios también deben estar de acuerdo con la fumigación aérea. Arenas teme que Duque pueda anular esto. "Si los aviones despegan, apelaremos a las más altas autoridades".

(ju/jov)

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