Sin licencia para mascar
¿Tradición milenaria o delito?
Martes, 25 de enero, 2011
El próximo lunes se vence el plazo para que la ONU reciba objeciones al pedido de Bolivia: despenalizar el mascado de la hoja de coca.
El 11 de marzo de 2009 el mensaje fue claro. El presidente de Bolivia, Evo Morales, aprovechó su intervención durante la plenaria del Consejo de Narcóticos de la ONU en Viena para sacar una hoja de coca de su bolsillo, segundos más tarde introducirla en su boca y mascarla.
“Esto es una hoja de coca, no es cocaína, es parte de una cultura. No es posible que esté en la lista de estupefacientes de Naciones Unidas (…) La masticación es esto. No hace daño a nadie. No porque acullico (‘extraer el jugo de la hoja de coca en la boca’) soy narcodependiente. De ser así, el señor (Antonio María) Costa (responsable de la ONU para la lucha antidrogas, presente en el podio) me debería llevar a la cárcel”, aseguró Morales en medio de un sonoro aplauso.
Con ese acto simbólico, el primer mandatario boliviano anunciaba su intención de enmendar la Convención Única de 1961 sobre Estupefacientes de la ONU con el propósito de modificar los incisos 1 c) y 2 e) del artículo 49, los cuales estipulan que la masticación de la hoja de coca quedaría prohibida apenas pasaran 25 años de la entrada en vigor de la Convención, que en Bolivia fue en 1976. El plazo se venció en 2001, pero la prohibición no entró en vigencia en países como Bolivia, en donde es una costumbre ancestral y practicada por millones de indígenas aymaras.
El gobierno boliviano presentó en marzo de 2009 una carta al secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, en la que hacía oficial su solicitud de sacar la hoja de coca de la lista de sustancias narcóticas. La intensa cruzada emprendida por Evo Morales está a punto de terminar. El próximo 31 de enero vence el plazo de 18 meses interpuesto por el Consejo Económico y Social de la ONU (Ecosoc) para que los países miembros de la ONU presenten objeciones a esta reforma. En caso de no recibir reparos, la enmienda sería aprobada automáticamente. De lo contrario, se abriría un debate en el seno de Ecosoc que podría terminar con una convocatoria a una conferencia internacional para analizar las propuestas y definir su suerte.
La propuesta
En diálogo con El Espectador Pablo Solón, embajador de Bolivia ante Naciones Unidas, explica que el objetivo tiene que ver exclusivamente con tradiciones culturales milenarias. “Lo que planteamos es que es un error de la Convención haber prohibido esta tradición porque constituye un atentado contra los derechos de los pueblos indígenas ya que no permite que se practique el masticado de hoja de coca en ningún país del mundo”, asegura vehemente el diplomático.
El pedido de la administración Morales no es una solicitud aislada en la comunidad internacional. Algunas organizaciones, como el Foro Permanente para las Cuestiones Indígenas, órgano asesor de Ecosoc, y decenas de organizaciones no gubernamentales, como el Transnational Institute (TNI), la Oficina de Washington para América Latina (WOLA, por su sigla en inglés) y el Consorcio Internacional sobre Políticas de Drogas (IDPC) han visto con buenos ojos la reforma y han impulsado a los países parte de la ONU a que apoyen esa petición legítima y no presenten objeciones.
En ese sentido, Pien Metaal, coordinadora del TNI para el proyecto sobre reforma a las leyes de drogas en América Latina, asegura que el masticado de la hoja de coca es una tradición milenaria y que ninguna convención puede prohibirla. “La base científica de esta prohibición es un informe que está basado en muchos prejuicios racistas, ahora a 50 años hemos avanzado en el reconocimiento de los derechos de los pueblos indígenas y por ende creemos que Bolivia tiene toda la razón y apoyamos su petición”, asevera la investigadora holandesa.
La polémica
Desde el momento en que Evo Morales se bajó del atril en Viena, se generó una discusión en torno al tema. Mientras algunos países entendieron el propósito y apoyaron la intención, otros la vieron como una amenaza a la estructura de la Convención que les abriría el camino a nuevas enmiendas. El primer país que presentó una objeción fue Egipto, aunque rápidamente cambió de opinión y retiró la notificación. Así mismo sucedió con la República de Macedonia, Somalia y Colombia, que hace pocos días anunciaron su retractación.
A pesar de comenzar con pie izquierdo, todo parecía indicar que Bolivia había enderezado el rumbo. Sin embargo, la semana pasada EE.UU. apareció en el horizonte y tras un año de silencio comunicó su oposición a la iniciativa boliviana. “No podemos aceptar la enmienda propuesta y registramos nuestra nota ante el secretario general de la ONU el 19 de enero (…) La reforma habría eliminado toda referencia al masticado de la hoja de coca e introducido una ambigüedad sobre su control”, explicó una alta fuente del Departamento de Estado.
Según explica la coordinadora del TNI, “lo que pasa es que Estados Unidos piensa que si esta enmienda pasa, también se permitiría el control de todos los actos que tienen que ver con el cultivo, la producción y el tráfico de la misma coca y de la cocaína”.
El anuncio, que fue hecho mientras el canciller boliviano, David Choquehuanca, estaba de gira en Europa explicando los pormenores de la iniciativa, no preocupó al gobierno de Evo Morales, pues según explican, las razones esgrimidas por Washington no tienen nada que ver con el espíritu de la iniciativa. “Después de revisar la carta presentada por EE.UU. concluimos que entendieron algo distinto. Algo que nosotros no estamos pidiendo”, dice el embajador Solón, quien el viernes pasado se entrevistó con el secretario de Estado adjunto de EE.UU. para Latinoamérica, Arturo Valenzuela, y con el secretario de Estado adjunto para Asuntos Internacionales de Narcóticos, William Brownfield, con la intención de explicarles el alcance de su propuesta.
Por otro lado, algunos analistas critican la decisión de Estados Unidos y afirman que esto puede ir en contravía de su estrategia en política exterior. “Teniendo en cuenta el interés que tiene EE.UU. en la región y el respaldo del continente hacia la petición de Bolivia es muy interesante ver las consecuencias que esto puede traer para las relaciones. A priori, yo diría que Estados Unidos está cometiendo un gran error al desconocer la importancia de esos aspectos culturales y de identidad”, explica John Walsh, coordinador del programa sobre políticas de droga de WOLA.
La notificación colombiana
A pesar de que en agosto de 2009 la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) emitió una declaración unánime de apoyo a la petición de Bolivia, el año pasado Colombia presentó una objeción por recomendación del Consejo de Estupefacientes de la ONU. “Hay que recordar que desde el gobierno de Álvaro Uribe, Colombia mantiene un tratamiento integral de todo el tema de la droga, que va desde la plantación hasta el consumo. En aras de esa política fue que se presentó la objeción, no porque desconozcan las tradiciones indígenas de la Región Andina”, asegura una alta fuente del gobierno Santos a El Espectador.
De igual manera, la fuente revela que, a pesar de que el pasado 14 de enero el vocero presidencial boliviano, Iván Canelas, informó que el presidente Juan Manuel Santos había llamado a su homólogo boliviano para informarle su intención de retirar la objeción en contra de la reforma, “la notificación no ha sido retirada formalmente”.
De momento, el panorama es oscuro para los intereses bolivianos. En los últimos días Suecia, Argelia y Gran Bretaña se unieron a Estados Unidos y presentaron objeciones y se espera que por lo menos otros seis países europeos, entre los que se destacan Francia, Alemania e Italia, hagan lo mismo.
No obstante, siguiendo la premisa de “la esperanza es lo último que se pierde”, la Cancillería boliviana sigue reuniéndose con las diferentes delegaciones para explicarles lo injusto que es que una tradición cultural como esta, que no genera adicción, sea prohibida globalmente, “mientras que la legislación internacional permite que cada país decida si el consumo personal de cocaína es un delito o no”.
Los poderes de la coca
Desde hace milenios, los indígenas de la Región Andina han utilizado la hoja de coca como un estimulante ligero que le permite combatir el hambre, la sed, el dolor y el cansancio. Esta es una planta con un complejo conjunto de nutrientes minerales, aceites esenciales y varios componentes con mayores o menores efectos farmacológicos, uno de los cuales resulta ser el alcaloide cocaína, lo cual la ha llevado a ser objeto de una prohibición internacional por parte de la ONU. Según el médico y psiquiatra boliviano Jorge Hurtado, “la ingesta de 100 gramos de hoja de coca equivale a la dosis diaria recomendada de calcio, hierro, fósforo, vitamina A, B2 y E”, con lo que, de ser cierto, contendría más vitamina A que ninguna fruta y el doble de calcio que la leche.